ENTRE ESPEJOS

domingo, 7 de septiembre de 2008


La noche corría suavemente por la curvatura sensual de una luna en cuarto creciente, una solitaria dama que cobija la oscuridad en silencio, mientras la ciudad crujía llena de vida y los destellos rojizos de los autos parecían, por momentos, embriagantes de belleza. Ella, salió del trabajo con la espalda entumecida y acariciaba su cuello bajo la cola de caballo, deleitada de su propia suavidad y derrotada por un día arduo. Sencillamente, decidió esconder el cansancio y disfrutar de la noche que Dios o el demonio le habían preparado, ambas eran buenas opciones para quien no tiene nada que perder, salvo un alma calcinada por tantos deseos, por tanto fuego. Decidió entrar a ese bar oscuro, unas calles más debajo de la oficina y pedir una cerveza, aunque eso fuera demasiado audaz para una mujer a la que todos veían, realmente, sola y nunca se había sentido distinto. Bebió y bailoteó anhelante en su silla, mientras ese extraño calor recorría su cuerpo. Esa sensación no era nueva para ella, porque se trataba de su naturaleza animal tratando de explotar en un clímax desenfrenado, un placer que otros describían con pasión, pero ella sólo podía imaginar, pese a la gran cantidad de dagas que habían penetrado su pecho al desnudo, bautizado con delicias ajenas, en lechos de rosas con demonios alrededor que parecían burlarse de sus obsesiones sádicas.

La noche siguió en silencio y cruzaba las piernas en una manera desenfadadamente sensual, un espectáculo de roce entre dos piernas que te harían agua la boca, incluso a ti, sin importar quien seas, hombre, mujer o ambas. Aquella era una chica que parecía descubrir su propia piel en la barra de un bar, donde nadie le hablaba. El calor de la noche la hizo querer refrescarse en el baño, un espacio que, para su sorpresa, resultó ser un incitante juego de porcelana negra y roja, sin paredes, lleno de espejos hasta en el techo, una caja de cristal para recrear la vista en la intimidad, a una amistad con el deseo del reflejo. Llena de una timidez lista para flagelarse con sus dedos mientras se retorcía de placer, subió la falda y admiró el camino hacia el infierno, lo cual le hizo darse cuenta de una tonta realidad: Jamás había detallado ese cuerpo, esa cara, esos senos, esa entrepierna. De repente, sus entrañas se vieron reflejadas en todo el cuarto y resultaron deliciosamente encantadoras, incluso para la propia dueña de tanta magnificencia.

Fue así como logró explotar todo su ser, de adentro hacia afuera y sin necesidad de nadie más a su alrededor, tras derramar el vaso de una lujuria retorcida, se sintió maravillada por la exquisita sensación de PODER…La misma que conservó al sacudir su cabello, secar su sudor y salir del exótico baño para encontrarse frente a frente con su jefe, quien llevaba media hora esperando y entró al baño con la extraña sensación de haber descubierto algo que, ni en mil años, podría descifrar, para luego mirarse en los espejos, como quien mira a un extraño sin reparar un segundo en que en realidad se encontraba en un bar ambiente.

FANTASMA DE CONCRETO
ILUSTRACIÓN: KENNETT

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Si no me equivoco, la imagen alude a un feroz y potente orgasmo femenino, o no es así?


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