LA LUJURIA DE CANDELA

sábado, 12 de julio de 2008

Diez años ha trascurrido desde la última vez que vi a Candela, la inocente... su peculiar dulzura me invadió una tarde de abril y supe enseguida que la amistad surgiría, pero nunca imaginé la terrible maldad que se aproximaba hacia a aquel remanso de armonía, jamás se me cruzó por la mente que yo podía ser el instrumento de una destrucción... aquellos eran sus últimos días.

Con el paso de tiempo, tal como lo presentó, Candela me brindó una hermosa compañía...ella era todo lo que una niña bien educada debía ser: alegre, dulce y bonita pero a su vez despertaba las más bajas pasiones que desata la más ardiente de las mujeres, esta sensualidad casi infantil de su mirada fue su perdición. Por medio de un hombre, al que yo consideraba mi amigo, Candela comenzó a trabajar en lo que siempre soñó: La enfermería.

Cada noche atendía a los pacientes con gran esmero, en medio de la escondida lujuria que comenzó a experimentar aquél “amigo”, quien empezó a brindarle su apoyo laboral y debido a su alta posición, trató de comprar su amor con ascensos.

Todo el mundo lo sabía, únicamente yo, permanecía ciega ante lo que pasaba por la amistad que me unía con ese enfermo, no le brindé mi ayuda cuando me necesitó, y una noche ocurrió... aquella dulzura de Candela tiñó de rojo el piso de un quirófano. Solo el tiempo me dio la respuesta, por que nadie quería decirme quien empuñó el arma que se llevó a mis amigos, de que servía decirme que mi “amigo” después de violar y matar a Candela, se había suicidado.

FANTASMA DE CONCRETO

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